FOTO: Laureano Gomez
Si todos hiciéramos una lista de «cosas que hacer alguna vez en la vida» estamos seguros de que volar en globo estaría incluida en muchas de ellas. El sentir que volar y la libertad que esto nos aporta hacen que muchos de nosotros soñemos con ello.
Los paseos en globo aerostático se han convertido en sinónimo de Capadocia. El paisaje único de la región, con sus imponentes formaciones rocosas y extensos valles, ofrece el escenario perfecto para un paseo en globo inolvidable. La experiencia de flotar sobre las chimeneas de hadas y los pueblos antiguos es como entrar en un mundo diferente.
Es el destino favorito de muchas parejas en luna de miel, ya que ofrece el escenario perfecto para celebrar el amor. Sin embargo, independientemente de quien sea tu compañero de viajes, un paseo en globo en Capadocia es algo que debe hacer y que nunca olvidarás.
FOTO: Laureano Gomez
Muy temprano por la mañana, a la 5:15 de la madrugada, una furgoneta nos recogió en la misma agencia donde habíamos contrata el vuelo. Estábamos un poco nerviosos pero con mucha ilusión. La idea de estar en una pequeña cesta con un montón de extraños fue una nueva experiencia y que nos tenía un poco inquietos.
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Nuestros temores pronto desaparecieron con el buen humor y la amabilidad del personal del globo se calmaron nuestros miedos y nos aseguró que todo estaba bien. No tardé mucho en darme cuenta que el personal era experimentado, competente y disfrutaban mucho volando el globo en el aire.
FOTO: Laureano Gómez
La práctica de vuelos en globo aerostático data desde el siglo XVIII cuando el hombre trataba de elevarse desde la superficie de la tierra para conquistar los aires en el cielo. Es por ello que a pesar del avance de la tecnología y la invención de máquinas sofisticadas, volar en globo sigue siendo un deleite y un privilegio para quienes tienen la oportunidad de hacerlo.
Y es que es asombroso la mezcla de emociones que se viven en pleno despegue; la adrenalina, la emoción y la sensación de poder llegar tan lejos como sea posible, convierten ese instante en un sueño o mejor aún en un recuerdo inolvidable.
El vuelo duró una hora, pero el tiempo de la duración del vuelo que no nos importó mucho, nos importó mucho más que la experiencia fuera lo suficientemente interesante.
FOTO: Laureano Gómez
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