En las grandes ciudades es posible encontrar todo tipo de estatuas y monumentos que, además de complementar el mobiliario urbano, ornamentan las calles y plazas. En algunos casos, su emplazamiento y motivo responde a la estética, obras artísticas que se exponen en la vía pública como si se tratase de un museo; pero en la mayoría de ocasiones estos monumentos esconden una historia detrás, ya sea porque, por ejemplo, representan a la figura de un personaje legendario o insigne o rememoran acontecimientos históricos.
Ubicado junto al parlamento de Budapest, en la orilla del Danubio, se encuentra uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad: el Monumento de los zapatos de Budapest, cuyo nombre real es «Zapatos en la Orilla del Danubio». Hechos de bronce y en varios tamaños y modelos, los 60 pares de zapatos de hombres, mujeres y niños se presentan como un lugar de visita obligada para comprender la historia asociada con los judíos de Budapest y el trágico final que muchos tuvieron durante el holocausto.
Los judíos del gueto de Budapest eran atados entre sí por los codones de los zapatos, y tras disparar y matar a los dos de los laterales, los demás eran arrojados al río por efecto domino morían ahogados. La hilera de zapatos pretende recordar a aquellas personas, como si no hubiesen desaparecido, como si sus zapatos estuvieran aun esperando a que sus dueños volviesen a salir del agua tras darse un baño.
El hecho de que esté en este punto y no en otro, es pura coincidencia ya que, a lo largo del todo el Danubio, durante los años 1944 y 1945, eran llevados los judíos del gueto por los ejecutores del partido nazi.
Junto a los zapatos han colocado tres placas alusivas –una en inglés, otra en húngaro y otra en hebreo– que explican el carácter memorial del monumento. Son un claro ejemplo de que la historia hay que recordarla, principalmente para que nunca más vuelva a repetirse